La epidemia del tabaco y cómo superé una terrible adicción.
Actualmente 30 millones de personas en los Estados Unidos se consideran fumadores regulares. Hasta hace unos meses yo era parte de ese grupo, pero hoy te cuento cómo salí de ahí.
Me gustaría empezar en una nota parecida a mi número anterior, explicando que yo no soy un profesional de la salud. Soy la muchacha de la casa de al lado que hoy comparte lo que le funcionó. Todos somos diferentes, pero si esto inspira a aunque sea una sola persona a cambiar su estilo de vida para bien, habrá servido su cometido.
Iba a adentrarme en la ciencia y la medicina detrás de los efectos del tabaco en nuestro organismo, pero creo que luego de cientos de años de consumirlo, la sociedad debería tener un conocimiento relativamente básico acerca de los mismos. En resumidas cuentas, el tabaco es terrible. Todos los sabemos. Todos estamos claros, pero aún así una gran parte de la humanidad continúa y no tiene planes de parar.
Las adicciones pueden ser así. Se depende tanto de la sustancia que se deja de lado las consecuencias y riesgos que implican el consumirla, simplemente por el hecho de obtener la satisfacción que pide nuestro cerebro. Puedo oír las voces de los fumadores diciéndome que el tabaco no es como otras sustancias más adictivas, justificando lo injustificable, y no pienso juzgar, porque… I’ve been there.
Por eso hoy traigo una una lista corta de cosas que hice para soltarme de otra atadura en mi vida y permitirme el potencial de una existencia más sana, placentera y duradera. Sin más preludio, aquí tienen mi guía práctica para dejar el tabaco.
Me rodeé de gente que no fuma.
Ayuda mucho que en USA la campaña contra el tabaco sea muchísimo más efectiva y regia que en otras partes del mundo, y que ya sea vaya en decline su consumo. Aquí te pueden negar puestos de trabajo, seguros médicos y de vida por ser fumador, los espacios designados para fumadores se reducen cada día, entre muchas otras cosas más. Sin embargo, el que busca encuentra, y durante un bueno tiempo me rodeé de gente que validaba mi vicio y me acompañaban en el mismo.
Me di cuenta de que comencé a fumar de la misma manera. Estaba en una fiesta y mis compañeros de clase fumaban, así que quise probar. Si así había sido en aquella época, ¿por qué no intentar lo mismo pero al revés?
Al comenzar a juntarme con personas que no fumaban pasaron varias cosas. Primero estaban esos que no fumaban pero que lo toleraban, pero eventualmente comencé a conseguirme gente maravillosa que simplemente no quería pasar tiempo conmigo si eso implicaba ser expuestos al tabaco. Poco a poco comencé a disminuir el consumo cuando estaba con ellos, y dejé de verlo como algo bueno.
Ya no quería oler mal, tener que ponerme perfume antes de entrar a la casa, sentir los labios resecos y el aliento terrible. Comencé a observar esas mismas cosas en otros fumadores compulsivos y me cuestioné: ¿en verdad quiero ser así?
Me informé.
En algún punto quise convencerme a mí misma de que los cartuchos de nicotina portátiles (vapes) eran la solución. Cumplía con satisfacer el vicio, no olía a nada y era mucho más discreto, pero esto derivó en llegar a fumar el doble y triple de nicotina, volverme literalmente compulsiva y exponerme a los efectos del vaping que, a largo plazo y con una pandemia de enfermedades respiratorias, podían llegar a ser la diferencia entre vivir y morir.
Aquí dejo algunos recursos rápidos para ver los efectos de ambos métodos.
Además, esos aparatos diabólicos estaban dejándome en bancarrota.
Tomé la decisión.
En el pasado había intentado dejar el tabaco varias veces, pero nunca en serio. Nunca tuve verdaderamente la intención, y creo que eso fue lo que marcó la diferencia esta vez. Por la época en que dejé de fumar tenía un novio que toleraba mi vicio que nunca quiso forzarme a dejarlo ni condicionaba nuestro tiempo de calidad por eso, pero a mí sencillamente ya me daba vergüenza ser la muchacha del vicio.
Es curioso y a la vez triste, la forma en que uno puede tardar años en tomar una decisión por cuestiones de salud, pero cuando es por cuestiones sociales puede llegar a ser de un día para otro.
El universo intervino.
Muchas cosas se juntaron: no tenía dinero para comprar cigarros, notaba la incomodidad de mi ex aunque él no tuviera corazón para decir nada, y entonces comencé a tener dolores en el pecho. Eran punzadas de aguja en el área de mis pulmones, aleatorias por completo, que jamás había sentido, que un día me dieron cuando estaba yendo a dormir y que me pusieron en alerta roja inmediatamente.
Una vez que estás incómodo con algo en tu vida, las cosas irán alineándose.
Just. F*cking. Do it.
El 3 de enero de 2021 me desperté sin cigarros, me vestí para ir a la tienda de la esquina a comprar más y simple y sencillamente decidí no ir. Me quedé en mi casita, me acosté a dormir y decidí lidiar con lo que serían de tres a cinco días de pura ansiedad y desesperación. Solo quería ver qué pasaba. Estaba curiosa, pero no necesariamente determinada.
AGUANTA, LAURITA.
Este fue el paso más difícil y el más importante, durante los primeros días solo quería comer y dormir, estaba bastante irritable así que limité un poco mi contacto con los demás y… y eso fue todo. Creo que ni siquiera llegué a cumplir cinco días de síndrome de abstinencia, y aunque el proceso no fue flores y colores, tampoco fue para tanto. L
a abstinencia fue desagradable pero no interfirió con ninguna de mis actividades diarias, no me hizo deprimirme ni volverme loca: al contrario, me llenó de energía y me sorprendió lo honestamente sencillo que fue. Ni siquiera me di cuenta de cuándo dejé de sentirme mal. Solo sucedió porque aguanté.
Evité la tentación por un tiempo.
Luego de sobrevivir esa semana, me tomé la tarea de evitar todos esos lugares donde solía fumar. Tenía que romper la rutina de mi cerebro, cambiar por completo esos pequeños hábitos que mi mente relacionaba directamente con fumar, y no me van a creer como esto me ayudó. No es lo que tu subconsciente hace, sino lo que logras que haga por ti.
Y de ahí en adelante ha sido ridículamente fácil. Ha sido tan fácil que a veces me pregunto por qué malgasté cientos de dólares y tantos momentos de mi vida fumando. Ahora tengo más tiempo, energía y vitalidad. Incluso tengo menos ansiedad (en gran parte fumaba para disminuirla y ahí tienen un ejemplo de cómo la vida es irónica), mi estómago está mejor al igual que mi aliento, olor corporal, condición física, calidad de sueño y en general todo en mi vida. Lo único que desearía es haber tomado la decisión antes, pero me enorgullece ser tan joven aún.
Todos somos diferentes. Sé que pareciera que mi viaje fue sencillo, pero fui dependiente de una sustancia que me daba dolores de cabeza, náuseas y paranoia por 5 años. Era prisionera del tabaco y esclava de mi misma. La gente tiende a romantizar el sufrimiento de la recuperación, cuando lo peor de la adicción es la adicción misma.
Si tú o alguien que conoces está sufriendo de adicción al tabaco, es importante que sepan que hay muchísimos recursos para recuperarse y que lo único que se necesita para comenzar el proceso es la genuina voluntad de hacerlo. No todos pueden dejar el tabaco de manera orgánica, por eso hoy en día los avances médicos son tan importantes en este proceso.
Habla con tu médico. Pide ayuda. Hay muchísimas formas de salir de esto. Empieza hoy.
Nos vemos,
Laura.